jueves, diciembre 20, 2007

Carmen Light



Espectáculo lumínico proyectado sobre la cantera rosa de la portada barroca del templo de Nuestra Señora del Carmen, en San Luis Potosí, que recupera el sentido del barroco: asombrar a la indiada, hacernos ver las delicias del paraiso prometido, mostrarnos la riqueza de un cielo que parece tan lejano y tan al alcance de la mano.

Seguiremos comentando.

viernes, agosto 17, 2007

Fiesta en el barrio (5)


Danza en honor a la patrona del barrio de Tlaxcala, el domingo anterior a la mera fiesta. Video tomado después de unos sabrosos sopes y una malteada dos tres.

Fiesta en el barrio (4)



Saludo de ocarina a los cuatro puntos cardinales. Conjunción de veneraciones en la fiesta del barrio.

fiesta en el barrio (3)

lunes, agosto 13, 2007

Fiesta en el barrio (2)



Entrada de cera y desfile de carros alegóricos. Domingo de fiesta, de redención y de pecado (la gula se desata con los olores que pueblan el eje vial Ponciano Arriaga y algunas calles aledañas a la plaza y a la iglesia).

Fiesta en el barrio (1)



Domingo de entrada de cera y desfile de carros alegóricos, bailables en el atrio de la parroquia y numerosos puestos de fritangas y antojitos a cual más engordadores pero sabrosos como pecado que son. El 15 de agosto se celebra a Nuestra Señora de la Asunción, patrona del barrio de Tlaxcala (antes Tlaxcalilla), y es muy agradable salir a pasear bajo el relámpago verde de los loros (López Velarde dixit), oír el tañido de las campanas acompañado de la pareja o ver la sonrisa de alguna chica.

martes, mayo 15, 2007

Concierto en la Casa de Cultura del Barrio



(en algunas computadoras puede no verse la imagen. Píquenle a la imagen que aparezca, un logo o un signo de interrogación y los dirigirá a Slide)

domingo, abril 29, 2007

Tlaxcalilla, sus primeros sueños


Portada del cuadernillo Tlaxcalilla, sus primeros sueños, que se editó en 2004. La portada es una excelente foto del amigo Héctor Hernández, fotógrafo chilango radicado (hasta hoy, andaba levantando el vuelo de nuevo) en Francia. Muchos de los materiales publicados en este blog son de este cuadernito.

domingo, abril 01, 2007

Discriminacion en El Ultimo Barrio

Que por llevar botas no pueden entrar a ver la elección de reina y rey feo de la Universidad del Centro de México.

Que porque los nuevos dueños son chilangos y traen otras ideas, ustedes saben.

Que no es nada personal, tratan de explicar...

Total, El ültimo Barrio es el último antro al que quisiera regresar. Lo iba a visitar por los cuates...

viernes, marzo 30, 2007

Solicitud para una casa de barrio (1998)

C. Lic. Fernando Silva Nieto.
Gobernador Constitucional del Estado de San Luia Potosí.
Presente

Los abajo firmantes directivos y vocales de la Junta de Mejoras Morales, Cívicas y Materiales del Barrio de Tlaxcala atenta y respetuosamente nos permitimos dirigirnos a Ud. dada la preocupación que siempre ha mostrado para atender y solucionar los problemas de la ciudadanía, a fin de manifestarle los siguientes puntos de interés colectivo y de desvelo que tenemos los residentes de este popular y maravilloso segmento de nuestra ciudad.

…en los últimos años se ha registrado un incremento en la actividad pandilleril que noche tras noche se enfrascan en pleitos ocasionando daños a los bienes de nosotros los vecinos e inclusive se ha dado el caso de disparos a las patrullas de las corporaiones policiacas.

1) Para que se proceda a realizar un trabajo profesional de inteligencia policial…

2) Para poder contar con una escuela secundaria en este barrio…

3) Nos proporcione una casa habitación para la Junta de Mejoras y a través de las instancias correspondientes sirva de recinto para fundar la “Casa del Barrio de Tlaxcala” con las actividades académicas y culturales propias de la misma, pero a la vez incorporando en ella servicios gratuitos de asesoría jurídica, atención médica a nivel consulta, programas de adiestramiento en tejido, corte, confección, cocina, huertos familiares y los solicitados por la población y sobre todo por personas de la tercera edad. Pretendemos además que esta casa sea un recinto para difundir el arte y la cultura en un núcleo de población ávida de ella, a la vez que sea un vehículo para preservar la historia y tradiciones de nuestro barrio.

4) Nos apoye para que construya la “Plaza Cívica” al norte de la actual escuela primaria “Ponciano Arriaga”…

San Luis Potosí, SLP, a 12 de agosto de 1998.

Sra. Ma. Guadalupe Ochoa Hernández Ing. Manuel Betancourt Valázquez

Sra. Raquel Rodríguez de L. Srita. Elvia Sánchez Mendoza Sr. Alejandro Gómez Santana

viernes, febrero 09, 2007

La Casa de Cultura del Barrio de Tlaxcala


(este "post" y otros más son parte de un cuadernillo que se iba a editar con motivo del quinto aniversario de la Casa de Cultura del Barrio de Tlaxcala. Ojalá se logre una memoria para el sexto)

Al norte de la ciudad de San Luis Potosí, donde hace más de cuatro siglos los españoles asentaron a un grupo de familias indígenas que vinieron desde el sur a “enseñarles” a los naturales de la región cómo vivir civilizadamente, está el Barrio de Tlaxcala. Civilización y naturaleza, independencia y cambios se unieron para darle identidad al barrio.

Allí, en el eje vial Ponciano Arriaga, en el número 883, pasando el jardín y poco antes de llegar a la avenida de la Paz, está una Casa que se escribe con mayúsculas, porque es la Casa de Cultura del Barrio de Tlaxcala. Aunque no muy visible entre talleres mecánicos, una banqueta microscópica y el paso de muchos vehículos, en este 2006 la Casa cumplió cinco años de trabajo y sus poco más de 120 alumnos en los talleres de guitarra, teclado, canto, pintura infantil, bailes finos de salón, cocina, manualidades y taekwondo dan fe de sus resultados.

Al entrar, por la mañana o por la tarde, casi siempre nos encontramos con la sonrisa de Ma. Guadalupe Ochoa Hernández, la directora de la Casa, mejor conocida como Lupita, quien en un pequeño y algo maltrecho escritorio se las arregla para tener toda la documentación del centro, la de los alumnos y otros papeles. Cuando no está es porque anda en la Secretaría de Cultura haciendo labores de gestión.

El edificio de dos plantas tiene un espacioso recibidor que funciona como salón de usos múltiples, donde se realizan la mayoría de las clases, tres cuartos (uno abajo y dos arriba), una cocina y, en la parte de atrás, otro salón de usos múltiples, que ha sido escenario de numerosos recitales de sus alumnos y es el espacio donde los pequeños taekwondoines lucen sus mejores katas.

La historia de la Casa


En enero de 1995, durante la gestión del gobernador Horacio Sánchez Unzueta, Lupita y otros vecinos del barrio hicieron una petición al gobierno del estado por medio de oficios. No les resolvieron, pero siguieron insistiendo, cuenta Lupita, “hasta el gobierno del Lic. Fernando Silva Nieto nos autorizó la adquisición de una casa para Casa de Cultura del Barrio de Tlaxcala”.

Cuando se autorizó, el requisito fue que estuviera en el corazón del Barrio de Tlaxcala. “No conseguimos casa cerca del jardín, las que había desocupadas no nos las quisieron vender, pero aquí estamos. Ya nos ubicamos bien, los pequeños espacios los hacemos multiusos y seguimos trabajando”.

La inauguración de la Casa fue el 25 de marzo de 2001. Asistieron el gobernador, Fernando Silva Nieto; el presidente municipal (hoy gobernador del estado), Marcelo de los Santos Fraga; la presidenta del Instituto de Cultura, Ma. Elena González de Delgadillo y otros personajes. Pero lo importante fue que acudieron personas del barrio, convocadas por la directora de la casa y sus profesores en ciernes, ansiosos por compartir sus conocimientos.

Una semana después empezó a funcionar. Ya instalados se convocó a las personas del barrio mediante volantes, cartulinas y en la parroquia. Los primeros talleres que se abrieron fueron de aerobics y bailes finos de salón, luego el de pintura infantil.

A los tres meses se abrió el de guitarra, luego teclado, cocina, manualidades y, más recientemente, taekwondo.

Al principio fueron unos 30 alumnos, de los cuales muchos siguen fieles a sus clases y al cariño y apoyo que han recibido en la Casa. Lupita cita como ejemplo a Victor y Manuel Contreras Castillo, quienes iniciaron en pintura infantil, y luego en teclado y guitarra. En la actualidad hay unos 120 alumnos.

El presupuesto abarca luz, agua y teléfono, aunque por lo raquítico de aquel muchas veces la directora y los usuarios de la Casa de Cultura tienen que absorber algunos gastos, como el de aseo. La secretaria y el vigilante están comisionados de otras instituciones.

Un trabajo de entrega


Lupita es oriunda del Barrio de Tlaxcala, de aquí son sus raíces y su familia. Considera que su trabajo no es difícil, sino de entrega: “Si queremos lo que estamos haciendo, nada se nos hace difícil, pero si lo hacemos por obligación sí. Hay que hacerlo con gusto, no por percibir una paga. Muchas veces el dinero no nos da la satisfacción de servir bien a nuestros semejantes”.

Para la directora de la Casa todo consiste en “dedicación, esmero, sobre todo puntualidad, tratar bien a las personas, hacer un poco o un mucho de gestoría; porque no nada más es de estar atrás del escritorio vigilando quien entra y quien sale, hay que gestionar algunas mejoras para nuestra institución”. Y esa gestión, en gobierno del estado o en el ayuntamiento, nos cuenta, no es fácil, “porque a todo nos dicen que sí, entonces hay que seguir insistiendo, dando vueltas, invirtiendo tiempo y esfuerzo; pero finalmente, luego sí se nos otorga algo”.

También deberían estar presentes en la Casa la colaboración y la participación de la gente del barrio, pero no las ha habido, al menos no en todo lo que debieran: “vienen personas de muchas partes; tenemos alumnos del Saucito, de Jacarandas, de la Industrial Aviación, de las Terceras; pero de aquí de los habitantes del Barrio de Tlaxcala tenemos pocos. No sé por qué. Será porque hay otras instituciones que se dedican a esta labor”.

El cariño de Lupita por la Casa viene de su niñez, de su identidad con Tlaxcala. De su niñez recuerda la calle, “muy amplia, no estaba pavimentada, no había agua —la suficiente como ahora—; nosotros jugábamos en la calle a la cuerda, a juegos como los encantados, a la roña, a la víbora de la mar; todos los juegos infantiles pasaron por mí”.

Una actividad que mucho gustó fue la presentación de villancicos en la plazoleta del Carmen por un grupo de niños de la Casa de Cultura de Tlaxcala. “Aquí todos tomaron sus clases”, nos platica Lupita, “nada más que ya eran un poco grandecitos; entraron a la adolescencia, les empezó a cambiar la voz y por motivos de colegios y de horarios ya no pudieron seguir adelante”. Fue un momento muy especial que “el trabajo del maestro se estaba viendo a todas luces” y “el regocijo de los padres de familia de ver a sus hijas, a sus hijos, cantando ya en público”.

Un factor que mucho a contribuido al buen trabajo es el respeto que se da entre profesores y alumnos, entre los mismos profesores y con la directora de la Casa, quien dice nunca ha tenido “ni una pequeña ni grande dificultad”. A manera de estímulo, que no de sueldo, los profesores perciben el 80% sobre el ingreso mensual de sus talleres. El restante es para fotocopias y otros gastos pequeños.

De la realidad a los sueños


En sus inicios se le proporcionaron a la Casa, de parte de las autoridades, nueve mesas de trabajo, un equipo de sonido, 50 sillas, una maquina de escribir eléctrica, dos sillones de visita, un escritorio ejecutivo, un escritorio secretarial, un archivero metálico, un sillón ejecutivo, una silla secretarial, un televisor, una videocasetera. Posteriormente recibieron otro archivero “y nada más”.

“Se vale soñar”, añade. Muchos creían que estaba “fuera de base” al pedir el inmueble en que hoy está la Casa. Entre esos muchos sueños está el de, “en un futuro no muy lejano”, cuando se duplique el alumnado, “ver si podemos, a través de las autoridades competentes, conseguir un espacio más grande en algún terreno por aquí. Hay terrenos ideales, ojalá que se realizara este sueño”.

Es muy grande el sueño, reconoce, “se me figura inalcanzable, pero todo se puede acercándonos a las autoridades, ojalá llevemos a feliz término esta petición”.

Se necesita más apoyo


Unos nueve meses después de que se inauguró la Casa de Cultura del Barrio de Tlaxcala llegó el maestro Emmanuel Mendoza Lara a impartir el taller de guitarra. Y desde entonces.

Tiempo atrás el joven profesor había tenido el interés de difundir el estudio de la guitarra “no nada más en su concepto popular, sino trabajándola también en lo que es música clásica, por partitura y al mismo tiempo trabajando los distintos géneros, que es lo que ha hecho ahora a la guitarra más popular incluso que el piano”.

Llega a ser muy satisfactorio, dice Emmanuel, que hay alumnos que “se inclinan por géneros y estilos muy convenientes para el desarrollo cultural en San Luis Potosí. Cuando el alumno está interesado uno se convierte en algo así como una fuente sin bordes, porque mientras más pregunte el alumno, uno tiene como más ganas de explicarle y de enseñar”.

Su primer alumno se ha mantenido y es un niño de aproximadamente 11 años: “inició conmigo desde los ocho y es un niño muy inteligente y nunca se ha conformado. Me gustaría nombrarlo porque sé, o espero, que su nombre va a sonar mucho más: Víctor Contreras”.

Le gustaría tener más apoyo, “no precisamente de Lupita, porque ella ha hecho hasta más de lo que es posible”, sino de la Secretaría de Cultura y del mismo gobierno del estado, “porque hemos dado claras pruebas de que aquí se está desarrollando un semillero, una generación cultural a corto plazo. Sería para nosotros magnífico tener unas mejores instalaciones. Lupita ha puesto, incluso, dinero de su propia bolsa para poder seguir con el trabajo de esta Casa de Cultura, entonces, primero que otra cosa, sería fantástico tener un reconocimiento al trabajo que se hace en todas las áreas de la Casa”.

Este reconocimiento oficial el profesor no lo pide para él o sus compañeros, sino para “estimular de muchas manera a los alumnos de todas las áreas; y si se pudiera pues más a los del área de música, porque los alumnos han estado respondiendo muy bien”.

Por un crecimiento musical


“Cuando vienen las fiestas patronales es cuando más se llevan a cabo todas las actividades culturales en el barrio, como cantos, concursos de rondallas, danza y ese tipo de eventos”, asegura. Vive en la Tercera Grande pero es originario de Tlaxcala, y en su barrio Israel Carrizales imparte el taller de teclado desde hace casi tres años.

Su trabajo lo hace con mucho gusto y entusiasmo, y esto se nota cuando habla de los recitales que, como una especie de exámenes, presentan sus alumnos más o menos cada tres meses, junto con los de canto y guitarra:

"es ahí cuando uno se siente realizado, porque todo el tiempo y el trabajo que se invirtió con los alumnos, pues ahí está. Y se siente uno agradecido porque es cuando los papás se dan cuenta de que sus hijos no están perdiendo el tiempo. Es ahí cuando ellos ven que vale la pena que sigan viniendo".

El entusiasmo de Israel también aflora cuando nos platica que hay dos alumnos de los que se ha solicitado su participación en eventos externos, como en la Tercera Grande, por ejemplo. “Cuando la gente reconoce y agradece el mérito de los alumnos, uno se siente parte de eso, porque los niños aprenden por uno; esa es una de las cosas más bonitas que me han pasado”.

Él quiere que los talleres permanezcan y que vayan madurando, “para que salgan niños capacitados para lo que sea, que si eligen el camino de la música vayan bien capacitados. Me gustaría irlos forjando, que siguiéramos trabajando para que el alumno crezca y madure más, musicalmente”.

De los actuales alumnos de música Lupita se muestra entusiasmada: “tenemos un grupo de canto del que parece que vamos a cosechar algo. Los de teclado, saxofón y guitarra se han presentado en diferentes espectáculos públicos y ha cosechado bastantes aplausos”. Y más, nos cuenta Lupita, una niña, alumna de teclado, fue becada por la Secretaría de Educación porque iba bien preparada, “pero ella dijo que no se sentía completa, que le faltaban sus compañeros de clase de aquí, y ya la tenemos de nuevo entre nosotros”.

Disfrutar todo el arte desde niños


El taller de pintura infantil de la Casa de Cultura del Barrio de Tlaxcala lo imparte desde que empezó este centro el Mtro. José Pablo Benjamín Serrano García, quien toda su vida ha sido vecino del barrio, en la populosa calle de Ponciano Arriaga:

"Me acuerdo mucho de las posadas. De hecho, al final de la cuadra de mi casa hacían una posada y había una señora que abría la puerta a todo mundo. Eso sí, teníamos que decir toda la letanía; y tenía todo un cuarto completamente adornado con un nacimiento y había piñatas, eso era muy interesante. Nosotros éramos ajenos, en el sentido de la familia, simplemente éramos vecinos. Entonces era muy padre".

En el primer año de actividades tuvieron tres primeros lugares en algunos concursos. Luego vinieron dos segundos lugares y menciones honoríficas. Sus alumnos han expuesto en, por ejemplo, la casa de cultura de Santa María del Río.

Pablo es también el diseñador oficial de las invitaciones de la Casa y, como Lupita y el resto de su equipo, es incansable promotor de las actividades culturales. Se acuerda de que el padre Carlos, uno que está en Camino a Belén (un programa televisivo navideño iniciado por el sacerdote poeta Joaquín Antonio Peñalosa), nada más lo veía y exclamaba: “ya vienes otra vez, vade retro Satán con tu cultura”.

Antes que Nuestra Casa ya estaban las de San Sebastián, San Miguelito y la de la colonia Industrial Aviación. Pablo pensaba: “bueno ¿y entonces por qué Tlaxcala, que es uno de los principales barrios, de los más tradicionales, no cuenta con una Casa?” Tlaxcala estaba olvidado.

Él lo atribuye a varios factores, entre los que destaca el crecimiento de la Tercera Grande, a donde incluso se llevaron imágenes religiosas y se hacen entradas de cera que antes eran casi exlusivas de la parroquia. “Obviamente, la gente se divide y mucha gente se va a la Tercera. Y por ahí también hay un trabajo de promotoría de un profesor y también empieza a hacer unos pininos de trabajo con niños, de pintura, de talleres, de literatura, etcétera”.

El otro problema, como sucede a nivel estatal y nacional, es la migración de los pobladores. “Las tradiciones desaparecen poco a poco porque empiezan a desaparecer los niños, que se vuelven adolescentes y adultos y emigran a otros lados, entonces los barrios se vuelven como flotantes”. Pero los cambios culturales que se dan en toda sociedad, cuando llegan unos y se van otros, exigen soluciones de tipo cultural.

Como profesor, Pablo asevera que la constancia es vital, y que es necesaria tanto de parte de él como de padres de familia, escuelas e instituciones. “Sostener las cosas, eso es lo vital. Se podrían abrir montones de casas, montones de museos, puede haber muchos promotores, pero sostener la actividad, eso sí es un problema. Y si lo haces de manera independiente cuesta el doble, no sólo en el aspecto económico, que quizá es muy recurrente, sino en el tiempo que tú le das a cierta actividad”.

"Algunos padres de familia me comentaban: ¿Y usted qué espera, que todos sus alumnos sean pintores? Y yo decía: “bueno eso es un ideal, es utópico que todos sean pintores”. Pero si no lo son, espero que si están enfrente de alguna actividad o manifestación artística, la disfruten; más allá de si son pintores, gente de teatro, literatos, etc. Si tienen la vocación de dedicarse a eso pues qué padre, y si uno sirvió a eso, excelente. […] las artes no son para entretener a los niños o a los adolescentes, son un proceso de sensibilización y de autocrítica; y eso se los va a dar, obviamente, el trabajo que se hace, se da esa manifestación de apreciar, de tener los sentidos muy abiertos".

El arte como convivencia


Desde 2005 Laura Azul Segura Hernández, vecina de la colonia Jacarandas, es la titular del taller de canto y expresión artística, y nos cuenta que su gusto por la música ha sido siempre detonante para su forma de enseñar: “no es tanto teórica, es más bien trabajar sobre el espíritu de la persona. Yo con los alumnos he hecho muy buena mancuerna a través del canto, de que ellos tengan un motivo para progresar como personas a través del arte”.

Dando un mensaje en cada clase, Laura trata de evitar caer en la monotonía, renovar constantemente “para que los alumnos no se choteen” y para que la disciplina “sea de lo más afable”. El diálogo con las personas le encanta: “puedo interactuar desde con un niño de siete años hasta con una persona de 70”.

"A mí me encantaría que en el Barrio de Tlaxcala, la Casa de Cultura no se dejara morir, no se me haría justo; las personas que aquí trabajan se me hacen de mucho valor y sería injusto que por falta de alumnado esto muriera. Considero que se tiene que hacer la publicidad adecuada para que casas como ésta, para personas de escasos recursos, no se les limite; al contrario, hay que abrírles más foros, más momentos en donde ellos se puedan expresar".

La voz es su modo de vida, y ante la falta de opciones de realización personal y de comunicación piensa que “a través de un arte es la mejor forma de expresarnos”.

Recuperar la tradición de los bailes finos


La música llena la Casa y sale a la calle. Los alumnos llegan y siempre los está esperando ya el Profr. José Tomás Montoya Loredo, titular del taller de bailes finos de salón desde hace cuatro años. Aunque algunos alumnos parecen cansados ni quien les quite lo bailados.

Su objetivo es la difusión del buen baile, “que la gente esté enterada de la gran gama de bailes que hay […] Porque a veces creemos que ya en una fiesta si no nos tocan puras cumbias o norteñas no es fiesta, y San Luis era de las ciudades en las que se bailaba fino, en aquellos tradicionales bailes de la Universidad”.

Ya casi se siente del Barrio de Tlaxcala porque empezó con la Casa de Cultura desde el principio: “fui el primer maestro que tuvo ya asegurado; y pues yo me siento partícipe […], me siento arraigado. Me han hecho ofrecimientos de otros lados, pero yo les digo pues no, solamente que me ofrecieran mucho dinero, pero ni así, yo aquí estoy muy a gusto”.
Tomás espera más difusión de las actividades de la Casa y, por supuesto, de su taller:

"Yo creo que le falta a la gente conocer más la Casa. En el tiempo que llevo aquí sí han venido, pero viene más gente del Saucito, la Aviación, Jacarandas, Guanos, del centro. Hemos intentado incluir un grupo de niños, pero ha faltado difusión, promoción, que la gente se entere de que a los niños el baile les puede ayudar mucho en su coordinación, en su desenvolvimiento, en su desarrollo; que les sirve en su vida y aprenden más rápido".

Hay muchas satisfacciones, pero para Tomás la más grande es que, dondequiera que se encuentra alumnos y ex alumnos que no sabían bailar, ahora los ve divertirse. “Mi principal función es que se diviertan en una fiesta, que no se queden sentados […] también se hacen más sueltos y más sociables”

Redescubrir el poder de nuestras manos


Maricela Medina López, titular del taller de manualidades, trabaja en la Casa de Cultura del Barrio de Tlaxcala desde hace como tres años. Es originaria y residente del barrio. Habla del poder cultural de su labor: “Lo que la gente aprende en el taller es una fuente de trabajo, personas que no tienen trabajo pueden elaborar sus manualidades y tener una fuente de ingresos”.

Nada de su trabajo le significa esfuerzo, “porque me gusta lo que hago. Lo que más me gusta es coser muñecas y estar aquí con la gente, esto último se me hace de provecho para mí y para ellos; estar enseñando lo que sabemos”.

Como buena habitante del barrio Maricela se crece al hablar de la fiesta de Tlaxcala, y se celebra con cera, pólvora, “y viene mucha gente de otras partes. Es una fiesta muy sonada”. Lo que más recuerda de la vida de la comunidad, con nostalgia, son los vecinos, aunque luego “se van y ya pierde uno contacto con ellos y pues sí se siente; porque hemos estado toda la vida conviviendo y de repente cada quien agarra por su lado y ya no se frecuenta”.

Actividades para adultos mayores


Para Irma Vitales Álvarez, coordinadora de los Clubes de la Tercera Edad del barrio de Tlaxcala, en SLP, desde hace cinco años, fue un gran apoyo el que se recibió de la Casa desde sus inicios. Aunque los clubes ya trabajaban en la primaria del barrio, los adultos mayores se sienten muy a gusto con las porras de Lupita.

A Irma le gusta Tlaxcala, como a casi todas las personas que conocen bien el rumbo. En el barrio tiene una gran vivencia porque su esposo es de aquí y aquí vivió toda su vida . Aunque ya no tiene a nadie en Tlaxcala ella “se lo robó” a su lugar de origen: “yo me lo robé a la colonia, más que él me trajera al barrio, yo me lo llevé”.

Uno de sus muchos planes es formar más clubes e incluso obtener un espacio exclusivo para la tercera edad. “¿Qué pedimos a la población adulta mayor? Pues nada más que le eche ganas en esta vida y que hay que seguir adelante”.

A la directora de la Casa los grupos de la tercera edad o adultos mayores le parecen muy entusiastas, “de ellos sí vienen muchas personas del barrio —ahorita tenemos dos grupos formados, el matutino (mixto, con clases de baile y manualidades) y el vespertino (de mujeres, el primero que se formó, con clases de tejido, pintura textil, tejido de dos agujas, ganchillo y otras manualidades)—, pero esos son grupos fabulosos de personas que vienen llenas de problemas, los dejan ahí afuera y se dedican a disfrutar su hora de clase, dos horas, tres, las que necesiten, a jugar ajedrez, a jugar dominó, pero muy bien empleadas”.

Contra el elitismo en las artes marciales


Hay desde adolescentes hasta una hemosa niñita que tira patadas con toda seriedad, pero con una sonrisa. Es el taller de taekwondo, el arte de lucha coreano que desde hace un año coordina Leobardo García Rivas, quien no vive en el barrio, pero es vecino de la Industrial Aviación.

Leobardo siempre ha pensado que las artes marciales se han vuelto elitistas, caras, “pienso que para el salario de un obrero es un poco pesado hasta el costo del uniforme, más lo que se cobra de mensualidad en las escuelas de artes marciales”. Y que deberían ser una materia formativa a nivel popular, a nivel primaria, “para que podamos sacar buenos deportistas, pero sobre todo para que el alumno vuelva a adquirir una disciplina desde chiquito, una responsabilidad, sinceridad, honestidad, autoestima”.


Esto podría contribuir, dice, a paliar los efectos de la desintegración económica, moral y familiar que vivimos. “Muchas veces el papá y la mamá trabajan todo el día, y el niño crece solo o en la calle, y se vuelve un niño conflictivo”.

Leobardo agradece su confianza a los padres de familia. “Lo último que nos interesa en cualquiera de las artes marciales es golpear gente, lo último que nos interesa es la habilidad en el combate callejero, para lastimar a alguien. El combate deportivo es otra cosa, de eso sí se trata. […] queremos que adquieran una disciplina con base en el ejercicio constante. El espíritu del taekwondo no se ve ni se toca, solamente se siente”.

Como los demás profesores, a Leobardo la Casa le ha dado muchas satisfacciones: “una cosa muy bonita es que, por ejemplo, en la navidad pasada llegaron los niños con un pequeño obsequio, de acuerdo a su capacidad: con una paletita, un chocolatito; el día de San Valentín me trajeron un monito; eso es muy bonito”. También le complace que no los vean como “la escuelita donde voy si puedo, donde voy cuando tenga tiempo”; pues la mayoría de sus alumnos es muy constante, “la mayoría lo toma como la disciplina que es, el arte, la responsabilidad, la obligación y aquí los tenemos todos los días”.
Pero como otros profesores, también tiene necesidades que espera que satisfagan las autoridades del ramo:

"A mí me gustaría que nos pusieran una duela, porque el piso de aquí es muy frío y luego los niños se enferman. Claro, los padres de familia saben que esto es lo que hay, pero todos contamos con el apoyo de todos; eso también me da mucha satisfacción saben que la cooperación es baja, que la cuota es mínima pero que se enseña exactamente lo mismo que marca el plan de trabajo de Federación Mexicana de Taekwondo. […], y a mí me llena de satisfacción".

Cocinar sin gastar mucho


A pesar del poco tiempo que tiene en la impartición de clases de cocina y repostería, que empezó en septiembre de 2004, Verónica Mendoza Hernández se siente contenta con la respuesta que ha tenido: “la gente del barrio, y en específico la que viene a la Casa, es muy amable, muy servicial”.

Ella pide que se haga más promoción, porque “como que no se nota bien dónde es la Casa de Cultura, le hace falta un letrero más grande o promocionarla en la televisión, repartir volantes, qué sé yo. Creo que levantaría más esto”.

Aunque la Casa no tiene muchos materiales para su clase (y para otras), Verónica afirma con gusto trae sus implementos y los presta; “ojalá pudiéramos tener todo más adelante”. Una de sus metas es hacer una demostración, una exposición, y “lo mismo que preparemos lo podemos vender y podemos sacar para comprar algo de lo que se necesita”.

Como las manualidades, el arte culinario es un arte aplicado y, como todas las artes, produce satisfacciones: “Aquí no se trata de gastar mucho y, lo mismo, yo les enseño a las señoras a cocinar con lo que ellas tienen en la casa”.

Mantener el orden y los recuerdos


Al lado de Lupita está a toda hora y en todo lugar de la Casa don José Concepción Pérez Aguilar, cuya función es “vigilar que todas las cosas estén en orden, que todas las personas que se presentan a los talleres, tanto los alumnos como los maestros, que todos tengan un comportamiento bueno, que no haya desorden”. Y añade: “Sobre todo los niños de taekwondo, que muchas veces se juntan en algún momento del receso y echan su relajo, como niños que son”.

Don Chon es originario del barrio, de la calle Nezahualcóyotl, aunque cambió de rumbo cuando se casó. Él estaba trabajando en el Museo de las Revoluciones, mas cuando se abrió la Casa lo comisionaron acá como vigilante.

Le gusta platicar sobre el barrio en el que vivió durante 25 años y las fiestas patronales del 15 de agosto, “aunque ahora ya no son como antes, se conservaba mucho la tradición pero se está perdiendo poco a poco. Antes había eso de las Marmotas, que son unas cosas que se bailan en todas las calles, toda la noche se la pasaban con música y llegaban a las casas a cenar. Pero era desde la noche hasta la madrugada o todavía en el día.

“Antes jugaba uno canicas, como las calles no estaban pavimentadas, eran de tierra y pues ahí se daba uno gusto para andar jugando hincado en plena tierra, pero era muy bonito. Y pues todo eso se ha perdido ya, pero guarda uno sus recuerdillos”, comenta.

¿Qué le gustaría para la Casa?, preguntamos, y el vigilante nos responde: “me gustaría que le vinieran a dar una manita de gato, una pintadita, una arregladita porque le hace falta; porque se ve bonita, pero con un arreglo se vería mejor, mejor aspecto, mejor imagen”.

La importancia de atender a la gente


Elvia Mendoza Sánchez es la señora que desde hace dos años colabora con la Casa de Cultura del Barrio de Tlaxcala como intendente, aunque su sueldo se lo paga directamente la directora, es decir, ella no tiene contrato oficial.

Ella también es orgullosamente del Barrio de Tlaxcala: “mis abuelos vivieron donde es la escuela Ponciano Arriaga. Luego se cambiaron a la calle de Juan Álvarez y ahí nací yo. Tengo unas experiencias muy bonitas de aquí del barrio, en la escuela principalmente, que era una escuela de primera, las calles del barrio, las fiestas”.
Recuerda bien las fiestas, las serenatas, las entradas de cera:

"eran nueve días y eran muy bonitas porque todo mundo participaba; no había el problema del tráfico que hay ahora. Me gustaban las tardes; a la cinco de la tarde pasaba todo el ganado de acá de las Terceras, de los ranchitos; toda la [calle] Ponciano Arriaga hasta el rastro que estaba en Constitución y para toda la chiquillada era una cosa tan bonita que estabamos todos esperando la hora para venirnos a asomar que pasaban todos los animales para allá.

"Nos veníamos al Río cuando había mucho agua a ver ahí la gente lavando, en fin. Aún ahora lo sigo queriendo, yo no me iría a vivir a otra parte".

Para doña Elvia la importancia de la Casa es que se pueden reunir las personas, sobre todo las de la tercera edad, “a las que les faltaba un lugar para convivir. Y aquí es un lugar donde hay muchas actividades”. Le gusta su trabajo: “disfruto mucho limpiar, pero cuando Lupita me deja encargada y me pide que me quede aquí, también lo disfruto mucho. ¡La hago de directora! Me doy la importancia en ese rato atendiendo a la gente que viene”.

Y como a muchos habitantes del barrio le gustaría que la Casa Cultural del Barrio de Tlaxcala estuviera en “un lugar más grande, más amplio, para poder realizar las actividades, muchas más actividades todavía”. Y, como a muchos nos gustaría, “ojalá que se pudiera lograr aquí mismo, cerca del jardín. Es mi sueño. Cada vez que veo una propiedad que se vende le digo a Lupita”.

Un lugar para sacar mucha hebra


Cinthia de la Rosa Nájera, amante del teatro en funciones de secretaria, colabora con la Casa de Cultura del Barrio de Tlaxcala desde hace un año. Junto con Lupita y don Chon, es una de las tres personas que reciben su sueldo de la Secretaría de Cultura.

"Tuve la oportunidad de estar en los eventos del año pasado, en los que sí me tocó estar con la gente de Tlaxcala, en los bailes de danza folklórica en el jardín de Tlaxcala y en la Orquesta Sinfónica en la iglesia. La gente es alegre, sí le gusta ir a los eventos culturales, o sea, sí le gusta nutrirse de cultura; y pues según la historia de Tlaxcala son gente muy luchadora y pues de aquí han surgido varios personajes dentro de la política de San Luis Potosí".

Ella comenta que una casa de cultura es para que la misma gente del barrio, y de lugares aledaños, pueda realizar sus dotes artísticos, “y yo creo que a la gente en general le gusta mucho todo esto; algunos porque tienen metas, otros porque simplemente les atrae y les divierte”. Y cita, por ejemplo, que “hay chavitos que vienen y que ellos están formando grupos musicales. Es importante que desde corta edad se les traiga a los niños, para que de esa manera le encuentren amor a lo que hacen”.

Para Cinthia sería bueno que la Casa creciera aún más, “porque es un lugar donde se le puede sacar mucha hebra”, que se conserve muchos años “porque es un lugar donde la gente aprende mucho, y los que trabajamos aquí también aprendemos de la gente que viene de afuera”.

sábado, enero 27, 2007

San Sebastian y la cultura

(Texto leído en la presentación de Promoción cultural en San Luis Potosí, el legado de Rogelio Hernández Cruz, en la Casa del Barrio de San Sebastián)
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Gracias primero a la Casa del Barrio, a don Javier Rivera por su estupenda presentación, gracias por sus grandiosos comentarios a estos dos jóvenes creadores (Anna Neumann y Héctor Esquer) y gracias a todos por su asistencia.

Este libro, así lo planteamos, es un homenaje a un amigo pero más que por la amistad por sus ideas. Los hombres buenos mueren jóvenes, dicen los que saben, y Rogelio Hernández Cruz murió cuando tenía apenas cincuenta años de edad. Emilia, Luz y un servidor, siempre apoyados por Guadalupe Castillo, la viuda de Rogelio, y por el promotor Carlos Reyes, quisimos que sus ideas trascendieran para ayudar a otros a gozar de eso que se llama cultura.

Alguien que sabe de cultura y su importancia normalmente se piensa como elitista, estirado, falto de humor. Rogelio (o Roy, o Roger, o Hernangelio) fue el ejemplo de un hombre que entiende la labor cultural como un apostolado, como una forma de hacernos más humanos y ser socialmente más productivos. Sin caer en grupismos, o amiguismos, le echaba la mano a todo el que lo requería, o se ofrecía cuando no se lo pedían.

Más que en la escuela, donde casi siempre se dan (cuando se tiene suerte) embarraditas acerca de lo que significa la cultura, muchos aprendimos a entender los fenómenos culturales gracias a la columna Tianguis Cultural, publicada inicialmente por Rogelio en El Heraldo de San Luis. Yo mismo soy periodista cultural gracias a su gusto, transmitido mediante la lectura. Muchos aprendimos que la cultura no es sólo bellas artes, o lo que nos venden como elitista, aburrido, apto para unos cuantos iniciados. Supimos que como en un tianguis se puede gozar de todo, que hay para todos los gustos y que es la diversidad lo que nos enriquece. Que cultura no es lo que nos ofrece el gobierno, sino las manifestaciones y ritos que surgen de la sociedad y los grupos que la componen: jóvenes, ancianos, ricos, académicos, pobres, indígenas, rockeros, campesinos, homosexuales, marginados.

Las bellas artes, bien entendidas, son cultura, pero no sólo ellas son la cultura. Cultura no es sólo festivales, ni las pomposas reseñas de los críticos, o una actividad exclusiva del fin de semana. En estos tiempos de real o supuesta democracia haríamos bien en acordarnos de que la raíz de un entendimiento está en tratar de ponernos en el lugar del otro. Nada es blanco o negro, bueno o malo. Todo tiene una amplia gama de grises que hay que saber apreciar, no sólo con tolerancia, sino con empatía. Los intercambios son los que nos fortalecen y nos hacen madurar.

Y agradezco nuevamente a la Casa del Barrio de San Sebas porque una propuesta central de Roy era impulsar a promotores culturales que surjan de los mismos barrios, de las comunidades, para que entiendan a profundidad la historia y las necesidades del pueblo. No se trata, decía, de “llevar la cultura al pueblo”, como muchas veces nos quieren hacer creer las autoridades, sino que la misma comunidad se apropie de las manifestaciones culturales y las haga valer, sonar, como una parte de sí mismas. En todos lados hay personas que les gusta crear, expresarse, y lo que queremos es que se oigan esas voces, pero con conciencia de la historia y de que hay otras formas de ver el mundo.

Yo soy del barrio de Tlaxcala, algo lejano del centro y por eso más o menos deconocido para muchos. Ojalá se hagan actividades que nos permitan reconocernos, que nos permitan apreciar la riqueza del lugar donde vivimos, así sea un jacal y tres nopales, como decía el padre Peñalosa. Para eso está la historia, para reconocer nuestras raíces y ver cómo es que llegamos a ser así.

Cuando el alcalde mayor don Martín de Mendalde visitó en 1674 el barrio de San Sebastián, que dependía de los agustinos, había 59 familias, veinte solteros y diecisiete solteras. El barrio lo halló, según documenta don Primo Feliciano Velázquez, “formado de diferentes naciones; la iglesia limpia y aseada; la sacristía con sus ornamentos y lo demás necesario para el culto divino; y las calles y casas en buena disposición y forma”.

Sus habitantes, decía fray Joaquín de Zavala, de la orden de San Agustín, “eran buenos cristianos y muy trabajadores en albañilería, zapatería y en las haciendas de beneficio de sacar plata; que hacían sus sementeras y tenían una huerta denominada Simón Díaz, con todo esmero cultivada”.

En el desfile de la ciudad, por ejemplo, ya desde el año de 1700 “aparecía en seguida el barrio de San Sebastián, con cajas, clarín, pitos, chirimías, portando tres estandartes y otro ángel de escultura, no menos adornado que los anteriores; luego dos danzas de música y cuarenta vecinos con su respectivo comisario”.

Saber, por ejemplo, que aquí en la parroquia del barrio el 26 de enero de 1807 Félix María Calleja contrajo matrimonio con doña Francisca de la Gándara, hija de don Manuel Jerónimo de la Gándara, dueño de la hacienda de Bledos.

Y además de la historia, la propuesta de Rogelio, nuestra propuesta con este libro, es que tratemos de conocer lo que se hace actualmente en el barrio, en la colonia, para proyectarnos y que nuestro legado sea más que un apellido, pues el ser humano es un animal que además de nacer, crecer, reproducirse y morir puede crear.

Alexandro Roque, 26 de enero de 2007